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 Clarín - Economía

Para un ex director del FMI, "poner las elecciones antes de los intereses del país tendrá un costo m

Héctor Torres, que fue representante argentino ante el organismo, dice que demorar el acuerdo impedirá aprovechar el rebote económico y las tasas bajas a nivel mundial.

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Héctor Torres, ex representante argentino ante el Fondo Monetario Internacional.

Paris (corresponsal).- El FMI no quiere esperar hasta las elecciones para un acuerdo pero quiere un consenso con la oposición. Aunque Argentina podrá negociar en mejores condiciones esta vez porque el acuerdo del 2018 fue simplemente “políticamente motivado”. Un producto de las presiones del presidente Donald Trump sobre el organismo y su vínculo con el ex presidente, Mauricio Macri. Argentina debería haber hecho “una restructuración light” y haber “reperfilado” la deuda en ese momento. La pandemia no es buena para nadie pero es más difícil mandar a un país al default en pleno Covid. Un elemento a tener en cuenta por el negociador.

Estas claras definiciones son de una voz autorizada. Héctor Torres, diplomático jubilado, abogado, especialista en temas macro económicos, fue el representante argentino ante el FMI y director ejecutivo de ese organismo. Entre el 2004 al 2008 y el 2016 al 2017 por Argentina y entre el 2013 y el 2015 por Brasil. Consejero de la Organización Mundial de Comercio, es profesor invitado en El Colegio de México, la Queen University de Canadá y la Universidad Di Tella en Buenos Aires. Es Senior Fellow del Center for International Governance Innovation en Canadá. Sabe exactamente lo que piensa el FMI y sus funcionarios en relación a la Argentina.

Desde Ginebra, donde trabaja y vive y, cuando puede, nada en el lago Leman junto a su esposa, conversó con Clarín.

-¿Argentina puede entrar nuevamente en default?

-Es difícil eso. Por lo menos con los privados, porque los pagos están empujados con la reestructuración. Tenemos un vencimiento importante con el club de París y tenemos vencimientos importantes con el Fondo Monetario Internacional. La posibilidad teórica está. Creo que el Gobierno va a tratar de evitar el acuerdo con el Fondo. Yo creo que es inevitable. Podríamos haberlo hecho antes y hubiera sido muy deseable que se hubiera hecho antes por varios motivos. Digamos que un país no puede tener un horizonte tan corto como las elecciones de octubre y después no se sabe. Es mejor generar un horizonte económico de previsibilidad y no que los inversores o la gente que pueda tomar decisiones en materia económica para crear empleo se hagan la pregunta que vos estás haciendo a muy pocos meses de haber reestructurado la deuda externa. La pregunta no debería existir.

-¿El FMI va a tener paciencia hasta después de la elección para firmar el acuerdo? ¿Y bajo qué condiciones?

-Los tiempos del acuerdo con el FMI los pone el Gobierno. Los vencimientos que tenemos hasta este año son relativamente pocos. Están muy concentrados en los años 22 y 23. Este año uno puede imaginar que, con estos golpes de suerte que hemos tenido, como la soja arriba de los US$ 500 y la expectativa de una repartición de nuevos Derechos Especiales de Giro, pueden tocar unos US$ 4.400 millones aproximadamente. Con todo eso, y si no hay olas y el barco es más o menos estable, uno podría decir que el Gobierno gana tiempo como para postergarlo hasta después de octubre. Pero obviamente a un costo de oportunidad muy alto por varias razones. Tenés una economía en vilo, un rebote económico, porque están levantadas las cortinas de negocios, la gente empieza a consumir de nuevo y a producir de nuevo. Entonces ese rebote se podría traducir -si hubiera un horizonte económico más claro- en mayor inversión y mayor creación de empleo. Eso es un costo de oportunidad muy alto. El otro costo de oportunidad muy alto es que nos estamos perdiendo un momento en el cual los mercados de capital tienen tasas de interés en niveles históricamente bajos. Hay un costo muy alto en poner las elecciones antes de los intereses del país.

El pedido del FMI: consenso con la oposición

-El ministro Martín Guzmán dijo que quería que la oposición fuera parte de estas negociaciones porque discutirían política de Estado. Con eso trató de explicar por qué el Fondo preferiría una firma después. ¿Usted cree que ese consenso con la oposición es un requerimiento del Fondo Monetario o es una decisión del Gobierno?

-Yo creo que no es cierto que el Fondo quiera que el acuerdo sea después de las elecciones. Creo que quiere un consenso con la oposición. Pero eso no quiere decir que el Fondo quiera que la Argentina espere hasta después de las elecciones. En realidad, la búsqueda del consenso es un pedido del Fondo y se explica porque vamos a un programa de 10 años. Es un programa que va a requerir reformas estructurales que este gobierno puede empezar, pero en ningún caso concluir. Tienen que ser reformas continuadas por el próximo gobierno. Por eso es importante que se trate de políticas de Estado, como decía Guzmán. Políticas que el próximo gobierno quiera continuar y no diga: "Yo no me siento comprometido con esto". Por eso es que hace falta. Ahora, que el Fondo está pidiendo que sea después de las elecciones, no me parece cierto.

-¿Usted cree que la oposición está lista para asumir este costo?

-Creo que estamos haciendo todo lo necesario como para que ese consenso no llegue. Veo una polarización creciente en la Argentina, tanto por parte de discursos un poco exageradamente militantes por parte del Gobierno y respuestas acordes del lado de la de la oposición. Es difícil decir quién empieza y quién termina. Esto es un círculo, que no lleva justamente a la posibilidad de tener un país en el cual sepamos a dónde queremos ir y nos pongamos de acuerdo. Es perfectamente posible llegar a acuerdos. Pero obviamente hacen falta las partes que quieran tener ese acuerdo. No se trata solo de la oposición, sino también de las fuerzas vivas de la Argentina. Se trata de la sociedad civil, de construir consensos explicando las reformas que hacen falta, por qué hacen falta y cómo se van a implementar de forma socialmente responsable. Eso no es solo un tema para discutir con Juntos por el Cambio.

-¿Cómo es visto desde el Fondo Monetario este problema de doble comando, que existe en el Gobierno entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner? ¿A quién escuchan?

-Es difícil para mí decir hasta dónde las diferencias entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner existen. El propio Presidente se encargó varias veces de decir que son lo mismo. Lo que veo es que en el espacio político del Gobierno hay sectores radicalizados que normalmente responden a la Vicepresidenta y menos radicalizados que están un poco más cerca del Presidente. Si hay desinteligencias entre el Presidente y la Vicepresidenta cuando hablan, la verdad es que yo no lo puedo decir.

Un acuerdo difícil con el FMI

-¿Cómo observa todo este escenario político el Fondo?

-Yo no soy un vocero del Fondo. Lo que yo puedo decir es mi impresión de lo que hablo con ex colegas o lo que leo que me mandan. Lo que dijo Alejandro Werner recientemente me pareció un acto de sinceridad. Están un poco perplejos. Guzmán aparentemente tiene un discurso razonable, articulado, con el cual se puede entender. Pero al lado de ese discurso razonado y articulado, aparecen gestos que no parecen coincidir con eso que quiere Guzmán. Creo que eso juega en contra de Guzmán.

El Gobierno quiere postergar el acuerdo hasta después de las elecciones por razones electorales. Pero también quiere evitar cimbronazos en el mercado y, para eso, es un equilibrio muy inestable. Porque estás privándote de generar un horizonte económico de previsibilidad para no tomar compromisos que podrían ser -de acuerdo a sus expectativas- no favorables electoralmente. Pero a cambio está generando un riesgo muy fuerte de que cualquier cosa se transforme en una volatilidad mayor en los mercados.

¿Y qué cree usted que le va a pedir el Fondo a la Argentina?

-Lo que le va a pedir el Fondo a la Argentina es lo que la Argentina le va a ofrecer al Fondo. Estos acuerdos de facilidades extendidas son programas inventados por el Fondo para asistir a países que tienen problemas de balanza de pagos recurrentes o que su economía no crece lo suficiente. Eso parece pintado para nosotros ahora. Para justamente devolverle competitividad a la economía hacen falta una serie de reformas, que no solo se llaman estructurales porque no se trata solamente de aumentar la tasa de interés o bajar un gasto público o aumentar un impuesto. Se trata de reformas que hacen a la estructura económica del país, que normalmente requieren actividad legislativa. Esas reformas, en términos generales, tienen costos de corto plazo para tener beneficios de largo plazo. Por eso hace falta un periodo largo para irlas implementando en forma secuencial. No es lo mismo empezar por un lado, que por el otro. No se pueden saltar etapas.

Hay que explicarlas. Hay que dar tiempo a los sectores económicos para que se vayan adaptando para hacer la reforma socialmente responsable. Hoy lo más importante es que un gobierno se ponga de acuerdo en su propio espacio político. No solo sobre si tienen un acuerdo largo. Sino, qué va a hacer durante ese tiempo. ¿Están pidiendo el acuerdo largo porque es el que más plazo da para regalarle al Fondo o están pidiendo un acuerdo largo porque, además, están convencidos de que la Argentina necesita reformas estructurales para tener competitividad la economía, para solucionar el problema fiscal que tenemos? Yo no creo que el Fondo venga con un libreto y le diga a Guzmán "firme aquí abajo". Creo que está esperando que el Gobierno ponga en frente del Fondo un programa económico, que haya sido discutido en la Argentina con las fuerzas vivas y la sociedad civil y la oposición política, que no es solo Juntos por el Cambio, y diga: "Esto es lo que queremos hacer, este es el país que queremos tener". Nosotros tenemos un gobierno que claramente tiene un proyecto de poder, pero no está muy claro que tenga un proyecto de país. Eso es algo indispensable ponerse de acuerdo antes de empezar a negociar con el Fondo.

¿Otras reformas estructurales?

-Otra afirmación del ministro Guzmán fue que las reformas estructurales que pide el Fondo Monetario ahora no son las mismas que pidió en el 2018 cuando obtuvo el gran paquete ¿Realmente es cierto que el Fondo cambió y que hay otras reformas estructurales que exige?

-Lo de 2018 no creo que sea un problema de cambio del Fondo. El acuerdo del 2018 fue claramente políticamente motivado. No hubiera existido jamás ese acuerdo si no hubiera existido la relación estrecha entre el presidente Macri y el presidente Trump. Estamos acostumbrados a pensar en que el Fondo viene y nos impone una serie de condiciones. En el caso del 2018 fue bastante parecido a lo contrario.

El staff del Fondo estoy seguro que quería un acuerdo diferente. Pero el Gobierno no quería ese acuerdo diferente. Teníamos una situación de liquidez, no era insolvencia. Y una serie de vencimientos con el sector privado concentrado. Lo que hubiera correspondido era que, en ese momento, la Argentina hiciera una reestructuración light. Una reestructuración en la cual los acreedores no pierden valor neto presente de sus acreencias, básicamente las mantienen. Lo que se hace es estirar los plazos y para eso hacía falta el acuerdo con el Fondo.

Deberíamos haber reperfilado en ese momento. Hubiera sido muchísimo más sencillo y tendríamos muchísimos menos problemas hoy. Pero evidentemente no era un tema que le convenía políticamente al presidente Macri. Y el presidente Macri tenía una relación muy estrecha con el presidente de Estados Unidos. Era el favorito de los mercados. Tenía mucho poder como para lograr que el director del Fondo aceptara un acuerdo que, claramente, no era un acuerdo típico y que confrontamos con vencimientos concentrados, como los que tenemos ahora, que eran totalmente impagables. Hacía falta un nuevo acuerdo con el Fondo. Lo que se esperaba era que esa lluvia de dólares le permitiera a Macri reelegirse. Entonces este supuesto era que los mercados estuvieran felices, que nos volvieran a prestar y que el Fondo nos hiciera un acuerdo de nuevo. Pero eso es una excepción. Eso fue una irresponsabilidad, no sólo del gobierno de Macri, sino del Fondo Monetario.

El puente con el Club de París

-El Club de París también pide a Argentina que firmen acuerdo con el Fondo para poder renegociar la última cuota de su crédito de US$ 2.400 millones. Y si no, según Guzmán, le ofrecería un puente. ¿Qué opina usted?

-El Club de París tiene unas reglas adoptadas en el 2003, que establecen que cuando un país le pide una reestructuración al Club de París, este nuevamente le pide al Fondo un análisis de sustentabilidad de deuda. Y si el Fondo dice que la deuda es sustentable, el Club de París puede reestructurar, sin el acuerdo con el Fondo. Si el Fondo dice "la deuda no es sustentable", como dijo en nuestro caso, entonces el Club de París dice "ok, yo reestructuro. Pero primero un programa con el Fondo".

La única excepción que yo conozco y que creí que Guzmán iba a tratar de conseguir, es una que le permitió a Indonesia tener una reestructuración sin un acuerdo con el Fondo. Y el argumento fue “tuvimos un tsunami”. Eso lo obligó a reestructurar la deuda con el Club de París. La pandemia no es un tsunami, pero es una situación evidentemente muy complicada. No me sorprende que el Club de París diga "primero vayan al Fondo, no tenemos ni siquiera un artículo 4 en vigor".

-Otro problema es el artículo 4 con el Fondo y con el Club de París. Ellos lo exigen pero Cristina Kirchner lo ideologiza y no lo acepta. ¿Qué hacer?

-Cristina ideológica un poco todo. Pero si no acepta el artículo 4, no lo sé.

El default

-Con este contexto, ¿Argentina puede entrar en default con el Club de París a más tardar en junio si no hay un puente?

-Sí, podría pasar eso. Pero tenemos la posibilidad del puente, que hay que pagarlo y muy probablemente venga con intereses punitorios. Espero que no sean los intereses punitorios que prevé el acuerdo que firmó Kicillof en su momento. Creo que ahí, probablemente, Guzmán tenga un margen de bajar esos intereses punitorios que hoy suenan disparatados, particularmente porque siempre fueron muy altos. Hoy con las tasas internacionales tan bajas, no es nada. Con lo cual yo espero que si hay un puente, que no nos salga demasiado caro.

El entonces ministro de Economía Axel Kicillof y su equipo durante la conferencia de prensa en la que anunció el acuerdo con el Club de París. Foto Luciano Thieberger

-¿El FMI puede mandar a Argentina al default, en medio de esta pandemia?

-La Argentina eligió un camino de reestructuración de deuda, que no fue el camino que normalmente se elige y, ciertamente, no fue el camino que el Fondo Monetario recomendó. Normalmente, cuando un país tiene que reestructurar su deuda con los acreedores y además tiene deuda con el Fondo Monetario, empieza por tener un programa económico sólido y políticamente consensuado con las fuerzas vivas del país, para tener fuerza en la negociación. Luego viene la negociación con el Fondo. Hay obviamente ajustes a ese problema de acuerdo a las discusiones con el Fondo y el Fondo financia eso. Una vez que lo financia, queda definido el sobre fiscal que queda para los acreedores privados. Hoy tenemos una situación en la cual reestructuramos con los privados pero nos queda por definir el excedente fiscal que vamos a usar para pagarle el Fondo. Entonces, los privados están esperando. Estamos en una situación muy particular. Es como que la reestructuración que hizo Guzmán es como construir un puente o querer llegar al otro lado del río y empezar por el final: empezar poniendo los pilares que están del otro lado del río, que son importantes evidentemente, pero te falta llegar a esos pilares. Un puente a medio construir no te lleva a ningún lado. Entonces estamos en esa situación

-¿Podria ir al default?

-Yo creo que políticamente sería muy embarazoso para el Fondo poner a la Argentina en una situación de default. Primero porque el acuerdo de 2018 es indefendible. Y segundo, porque estamos en pandemia. Ahora la Argentina es parte de este problema porque elegimos un camino que se veía que no iba a llegar a ningún lado, porque si no hay plata para todos, hay plata para el Fondo y los que no van a cobrar son los privados.

No es nada raro que después de la reestructuración que hizo Guzmán, que fue un éxito teórico, porque postergamos pagos, el mercado sigue sin reaccionar, en un momento en el cual si algo sobra en el mundo son dólares. Y justamente en ese momento aumenta el riesgo país, después de la reestructuración. Nosotros somos parte de nuestra torpeza también.

El rol de la pandemia

-¿Qué rol va a tener el déficit fiscal, cuando la pandemia ha convertido a todos los gobiernos en keynesianos por obligación?

-Los Estados y los gobiernos tienen un rol que no han tenido anteriormente (y no estamos en el gobierno chino). Estamos hablando de los subsidios que están dando los Estados, que normalmente se dedicaban básicamente a facilitar el funcionamiento de los mercados, asegurar el cumplimiento de los contratos, proveer un sistema judicial efectivo, garantizar la propiedad privada y, después, a dejar que la economía esté en manos de los privados. Esos Estados hoy están interviniendo masivamente en decisiones que, en definitiva, son decisiones corporativas. La pandemia ha generado una situación que yo no diría que es keynesiana. La emergencia ha obligado a que los gobiernos que se pueden dar ese lujo den un empujón fiscal y participen en la economía en forma masiva y no sólo fiscalmente, también la parte monetaria.

Los bancos centrales (el Banco Central Europeo, pero además fundamentalmente la Fed, el propio Banco de Japón, el Banco de Inglaterra) están emitiendo liquidez en forma alarmante. Han duplicado sus pasivos. Pero como son monedas en las cuales la gente cree y en las que quiere guardar sus ahorros, por el momento va a generar inflación. Además, porque en realidad, la economía está apagada.

Lo que me duele es que no tengamos acceso a esa masa de dinero en este momento. Los fondos de pensión tienen compromisos fijos con una población que envejece. Una población activa cada vez más chica. ¿De dónde van a sacar para generar los beneficios que aseguren esas pensiones? Están desesperados por conseguir ganancias. Nosotros ofreciendo un mínimo de seguridad jurídica y un mínimo de horizonte económico, de certeza y de hacia dónde vamos, tendríamos cantidad de oportunidades. Por eso digo que el costo de oportunidad para nosotros es fenomenal. De poner las elecciones por encima del país ahora.

Una deuda insustentable

¿Pero usted no cree que el déficit fiscal va a tener un nuevo concepto después de la pandemia? Porque el déficit fiscal hoy es alarmante en todos lados.

- Sí, eso es cierto. Lo importante no es solo el déficit fiscal, sino primero qué costos económicos te genera el déficit fiscal. El déficit fiscal en Estados Unidos es cada vez más alto. Estamos en niveles de guerra. El costo del déficit fiscal en Estados Unidos es históricamente bajísimo, porque las tasas de interés son prácticamente negativas y siguen siendo muy bajas. Con lo cual te podes dar el lujo de un déficit fiscal, si resulta que las tasas de interés están muy por debajo de tu tasa de crecimiento, que es el caso de Estados Unidos.

Guzmán dijo que cuando una deuda se vuelve insustentable, hay una responsabilidad compartida entre el deudor y el acreedor. ¿El FMI comparte este concepto y cuál es esa solución creativa de la que habla Guzmán?

Yo coincido con Guzmán en que la deuda Argentina con el Fondo Monetario es una responsabilidad compartida. No diría que siempre que hay una deuda no sustentable es responsabilidad del acreedor y el deudor. Obviamente lo que él está diciendo es que el acreedor podría haberlo pensado antes y podría haber dicho: "no te presto más". Con lo que coincido es que el problema respecto al préstamo del 2018 es de responsabilidad compartida. Nuestros problemas seculares no son una responsabilidad del Fondo. Estos son problemas nuestros. Nosotros somos capaces de cavar el pozo cada vez más profundo, solitos. Ahora, lo del 2018 , efectivamente Guzmán tiene razón.

El Fondo tiene una responsabilidad en el fracaso de ese programa. Yo creo que es consciente de eso y que eso nos da flexibilidad en la negociación. Creo que el Fondo quiere una negociación en marcha. Viene reclamando esa negociación desde que se sabe que Fernández iba a ser presidente.

El rol de la pandemia

-Por lo tanto hay dos cosas a favor de Argentina. Una es la pandemia y otra es esta especie de deuda no sustentable que el FMI está considerando que puede reconsiderar.

-La pandemia yo no creo que esté a favor de nadie, nos está haciendo daño a todos. Lo que pasa es que en un momento de pandemia es políticamente más difícil mandar a un país a la quiebra, al default. Pero para negociar sí. Evidentemente, si uno mira exclusivamente la negociación, sí. Pero en realidad nosotros estamos perjudicados tanto por la pandemia como por el desastre del 2018. Ahora, eso si se quiere mirar como el vaso medio lleno, para un negociador, le da munición para negociar porque el otro lado también es copartícipe del problema.

- El otro punto es la inflación. ¿El FMI va a aceptar la intervención del Estado, como dijo el ministro o no?

- Creo que la pregunta no es esa, sino si el FMI va a creer que con la intervención del Estado se va a arreglar. Y la respuesta es no. Ahora, si el FMI va a aceptar la intervención del Estado en políticas de control y políticas de ingreso, coordinación entre trabajadores y empresarios, yo creo que sí. El FMI me parece que coincide y creo que tiene razón en coincidir, en que la inflación en la Argentina es muy particular y multicausal. Nosotros somos un país que tiene una moneda que es el peso. Pero los argentinos irremediablemente tienen dólares en la cabeza. Y eso hace que combatir la inflación con tasas de interés altas en el Banco Central no siempre funciona. En el mundo, en general, el Banco Central levanta la tasa de interés y la gente ahorra un poco más y consume un poco menos, entonces los precios empiezan a bajar. Eso funciona en general.

En la Argentina no necesariamente funciona porque la gente que se pasa al plazo fijo, los que tienen capacidad de ahorro, están pensando en la rentabilidad en dólares. No están pensando en la rentabilidad en pesos. El peso es un vehículo para conseguir dólares, nada más. A partir de un momento, cuando el Banco Central empieza a subir la tasa a niveles muy altos, lo que genera es pánico y lo que genera es la memoria es "esto se va a acabar en algún momento". Entonces mejor salto al dólar. El tema es cuándo salto del peso al dólar y cuánto más alta está la tasa de interés.

Ese momento la gente sabe que se acerca.  Cuando la gente empieza a saltar al dólar, primero sube el dólar e inmediatamente sube la inflación, pese a que las tasas de interés altas. Segundo, se desarma la demanda de pesos, con lo cual aumenta más la inflación. Lo que normalmente funciona en el 99% de los países en la Argentina, no.

Lo que quiero decir es que la política monetaria no sirve por sí misma para combatir la inflación. Tiene que ser parte del combate público. Pero que tiene que ser con bisturí el tema de la tasa de interés. No como subió el gobierno anterior la tasa de interés a niveles estratosféricos, y de repente lo que generó fue pánico. Yo creo que este Fondo Monetario lo sabe. El anterior lo negaba, y me parece que fue un error enorme. Yo estoy convencido de que este equipo del Fondo va a poder entender.

El viaje a Moscú

- Guzmán estuvo en Moscú para reforzar una relación estratégica con Rusia. ¿Usted cree que es prudente para Argentina esta relación, cuando nosotros debemos negociar ayuda de los países europeos con el Club de París y con el FMI y especialmente con Estados Unidos y una crisis de Estados Unidos en Europa, con Moscú y con Putin?

- Cuando yo vi la palabra estratégica en el comunicado de Guzmán y dijo que íbamos para profundizar la relación de cooperación estratégica, se me pararon los pelos y pensé que era muy raro. Y justamente el día en que habían expulsado 10 diplomáticos rusos acusando de espionaje, acusando a Putin de haber intervenido en las elecciones y Putin estaba poniendo tropas en la frontera con Ucrania. Digamos que me pareció un momento muy desafortunado como para decir: "Nosotros tenemos una relación de cooperación estratégica". Porque esa palabra estratégica suena a geopolítica. Yo creo que con Rusia nosotros tenemos que tener una relación comercial intensa. Ahora, la cooperación estratégica me parece que es un término que puede ser irritativo.