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 Clarín - Economía

Alberto Fernández y Martín Guzmán, cada vez con menos margen para negociar con el FMI

El Presidente, entre el juego de la diplomacia financiera global y los obstáculo de la interna del Frente de Todos.

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Alberto Fernández habla y Martín Guzmán lo observa.

Unos días atrás, casi proféticamente, el politólogo Ignacio Labaqui escribió en Clarín que el principal escollo de la Argentina para alcanzar un acuerdo con el FMI reside en el propio oficialismo y no en París o Washington. Labaqui planteaba -siguiendo un razonamiento académico de algunas décadas atrás-, que toda negociación internacional puede ser analizada como un juego de dos niveles. “Cada jefe de Estado negocia con su contraparte los términos de un arreglo internacional. A la vez los jefes de Estado deben procurar el apoyo interno para los acuerdos que negocian con otros países”.

En 24 horas se vera cómo operan los dos niveles que menciona Labaqui: Alberto Fernández hablará hoy con Angela Merkel mientras que, con unas horas de diferencia, la diputada Fernanda Vallejos lanzó una proclama a favor de que Argentina directamente suspenda los pagos el FMI.

Siguiendo ese razonamiento, el Presidente encuentra un escollo a nivel local. Cerca de Axel Kicillof no ven con buenos ojos firmar un programa con el FMI de cara a los próximos años. Y en el plano internacional, está claro que el mundo busca ayudar a la Argentina por más que los países del Club de París reclamen que debe firmarse un acuerdo con el FMI para prorrogar el pago de US$ 2.400 millones y se los trate de manera igualitaria a la hora de refinanciar las deudas (China viene cobrando en tiempo y forma).

Sin embargo, dado este escollo que enfrenta Fernández a nivel local, los líderes internacionales y el staff del Fondo Monetario podrían preguntarse con quién están negociando en términos de poder político más allá de las instituciones y sus formalismos. “Los condicionamientos del ala mayoritaria del Frente de Todos al Presidente pueden llevar a que sus contrapartes, el FMI y sus principales accionistas, se pregunten cuál es la capacidad real del Gobierno de honrar sus compromisos”, dice Labaqui. “Los acuerdos internacionales son alcanzables cuando las preferencias de los principales actores y coaliciones domésticas de cada parte son reconciliables”.

Cuando el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, señaló un mes atrás que en la Argentina había incertidumbre sobre quién conducía la política económica -enfureció a Martín Guzmán aquel comentario-, se estaba refiriendo precisamente a las imposibilidades de la coalición doméstica de sintetizar una agenda.

El diputado del PRO y economista, Luciano Laspina, tiene una tesis. “El kirchnerismo duro y Cristina Kirchner se prepararan para romper con el Fondo Monetario” , comentó ayer. Y no se trata de un cálculo de aguardar a después de las elecciones o ver cómo se presenta un programa con el organismo ante sus bases de votantes en términos de comunicación y no perder más votos de los que el oficialismo teme no contar para noviembre a su favor. Se trata en verdad de una decisión más de fondo, no contar con la ayuda del organismo de cara a 2023.

Consultados los economistas al respecto de qué significaría desde el punto de vista económico, las opiniones están divididas. Hay quienes creen que los riesgos serían altísimos para la economía en los próximos meses de no contar con un programa firmado (incluido ahí mismo el propio Martín Guzmán). Y los que piensan que sería mejor firmar un programa con el organismo aún creen que no está garantizado ningún efecto expansivo sobre la economía o guiño al mercado dando más holgura al dólar y las reservas. Si fuera así, ¿por qué La Cámpora firmaría un programa de cara a una elección presidencial y quedar bajo el monitoreo del FMI? “La proclama es un paso más para condicionar a Alberto Fernández con una decisión que Cristina Kirchner ya tomó hace tiempo”, piensa Laspina.