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 Clarín - Economía

El déficit fiscal alcanzó en siete meses $ 1 billón, un 4% del PBI. La economía volvió a caer en junio y acumula una baja de 12,9%

En julio hubo un rojo primario (antes del pago de intereses de la deuda) de $ 155.524 millones. El gasto creció 59,2% mientras que los ingresos lo hicieron un 16,1%.

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El Ministerio de Economía.

Con ingresos que crecieron un 16,1% y un gasto público que lo hizo a un ritmo de 59,2%, el déficit fiscal primario (antes de contabilizar los intereses de la deuda) alcanzó los $ 155.524 millones en julio, según informó el Ministerio de Economía.

Este resultado se compara con un superávit de $ 4.293 millones de julio del año pasado. La pandemia del coronavirus se tradujo en una caída de los ingresos fiscales (por la menor actividad económica) y además en la necesidad de incrementar el gasto público para intentar morigerar el impacto negativo del covid-19.

A su vez, cuando se computan los intereses de la deuda, que ascendieron a $ 33.566 millones, el déficit fiscal alcanzó los $189.089 millones en julio pasado.

En lo que va del año, el déficit primario acumula $ 1,05 billón, que al poner en contraste con el PBI arroja que equivale a 4% del producto, calculó Guido Lorenzo, director de la consultora LCG. En los primeros siete meses de 2019 el resultado fiscal registró un superávit de 0,2% del PBI.

En julio, el gasto primario ascendió a $ 591.730 millones, un crecimiento de 59,2% frente a igual mes de 2019. “El Poder Ejecutivo Nacional continúa implementando medidas para contener a las familias, el empleo y la producción en el marco de la pandemia, además de compensar la caída de recaudación de las administraciones provinciales”, menciona el comunicado oficial.

El bono IFE y el programa ATP (para contener los efectos negativos de la pandemia) siguen absorbiendo los mayores incrementos en el gasto. De hecho las transferencias corrientes se duplicaron. “Las erogaciones en concepto del IFE y el ATP concentraron cerca de $ 72.300 millones. Por su parte, el programa Alimentar y las asignaciones en materia de Apoyo al Empleo explicaron conjuntamente $ 9.750 millones. En cuanto a las medidas de contención sanitaria, se financiaron erogaciones adicionales de la Superintendencia de Salud y del PAMI por alrededor de $ 10.000 millones”, se detalló. Las transferencias a las provincias aumentaron un 78,9%.

También los subsidios crecieron, en “el marco de la emergencia económica y la contención de las tarifas de los servicios públicos”, se explicó. Los destinados a la energía aumentaron un 33,7%. “Esta dinámica estuvo explicada por mayores asistencias financieras a CAMMESA, Yacyretá e IESA, que fueron parcialmente compensadas por una disminución en las erogaciones del Plan Gas”, añadieron desde Economía.

Las prestaciones a la seguridad social totalizaron en $ 200.171 millones, una suba interanual de 33,7% que surgió de los decretos ya que está “temporalmente suspendida Ley de Movilidad”.

Por el lado de los ingresos, alcanzaron los $ 436.206 millones, una variación de 16,1% frente a julio del año pasado. En el Ministerio a cargo de Martín Guzmán mencionaron que “en términos mensuales se registró un crecimiento de 8,3%, continuando así con la paulatina pero sostenida recomposición observada desde mayo”.

Los ingresos tributarios crecieron 31% interanual impulsados por subas en impuestos internos, impuesto a los débitos y créditos y derechos de exportación.

Pero las rentas de la propiedad cayeron 47,7% interanual “explicado por la suspensión del pago de las cuotas de los créditos otorgados por ANSES con el objetivo de morigerar los efectos de la crisis sobre las familias”.

Las transferencias corrientes registraron una caída de 79,9% interanual explicada “por una mayor base de comparación, ya que en el año 2019 se percibieron recursos extraordinarios por la disolución del Fondo Argentino de Hidrocarburos por alrededor de $ 8.500 millones”, afirma el documento oficial.

En cuanto a los recursos de capital, se observó una caída de 25,1% interanual por menores recursos disponibles de ANSES para el financiamiento del programa de Reparación Histórica.

"La dinámica fiscal últimamente está sorprendiendo para bien. El gap fiscal se va cerrando luego del brusco salto evidenciado durante abril y mayo", agregó Juan Ignacio Paolicchi, de EcoGo.

La economía volvió a caer en junio y acumula una baja de 12,9% en el primer semestre

Tras dos años de recesión y en medio de la pandemia del coronavirus, la economía se mantiene aún por debajo del nivel del año pasado, pero muestra un leve repunte como consecuencia del levantamiento del aislamiento estricto. Ahora enfrentará hacia adelante otros desafíos que ya aparecen en el horizonte: la escasez de dólares y una crisis de demanda.

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), un anticipo del PBI, mostró en junio una caída interanual de 12,3%, con lo que acumuló en el primer semestre una retracción de 12,9%. Sin embargo, tras los desplomes de marzo y abril, acentuó la recuperación que ya había mostrado en mayo pasado con la reanudación de la actividad tras el cese del aislamiento más estricto dispuesto por el Gobierno de Alberto Fernández. El indicador mensual desestacionalizado avanzó un 7,4%, según el Indec, algo que ya anticipaban los datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP) que depende del Ministerio de Desarrollo Productivo. 

Prácticamente, todos los sectores mostraron caídas interanuales, según los números difundidos por el instituto estadístico esta tarde. Sin embargo, esas bajas se desaceleraron frente a los que mostraban marzo y abril. La peor retracción fue para Otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales, con una baja de 63,2%. Otras que cayeron fueron: Hoteles y restaurantes (62,7%), Pesca (53,6%), Construcción (41,9%), Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler (10,3%), y la industria (7,3%). El comercio, en tanto, se mantuvo prácticamente estable, con una baja de 0,3%. Hubo dos actividades que registraron avances interanuales: Intermediación financiera (4,8%) y Electricidad, gas y agua (3,6%)

Hacia adelante, el Gobierno enfrenta ahora dos desafíos. El primero y más urgente es el derrotero de dólares que el Banco Central (BCRA) pierde pese a la balanza comercial positiva como efecto de la desconfianza de los agentes económicos antes los planes del Gobierno, la emisión monetaria volcada para sostener el gasto en medio de la pandemia y las expectativas de devaluación. La brecha cambiaria entre el dólar oficial y los alternativos llegó ayer nuevamente a un 80%, pese al buen desenlace que se espera de la renegociación de la deuda en dólares con los acreedores privados con títulos bajo legislación extranjera.

Esta situación generó una administración más estricta del comercio exterior y restricciones a importaciones denunciadas por las empresas. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, señaló que no faltarás dólares para la producción. Sin embargo, la interpretación de algunos economistas del índice de precios mayoristas de junio (que superó por más de un punto y medio a la inflación) refiere a que varios importadores debieron recurrir al contado con liquidación desde fines de mayo pasado, cuando nació el "supercepo". Esos aumentos de los costos todavía no se verificaron en los precios al consumidor, pese a que varias consultoras advirtieron en la última semana de julio y primeras de agosto una aceleración de los precios y de la llamada inflación núcleo (no contempla precios estacionales ni regulados).

En el Gobierno creen que hay espacio, como consecuencia a la capacidad ociosa de la economía, de crecer priorizando la producción industrial y sin generar presiones cambiarias. Hoy, la Unión Industrial Argentina (UIA) anticipó que en junio, la actividad industrial se contrajo -10,7% interanual y registró un rebote de 17,7% mensual. Con esos datos, en el primer semestre se acumuló una baja de -13,8% respecto a igual período del año pasado.

Esta semana, la cuarta encuesta de la entidad fabril entre las empresas industriales en el marco del Covid-19 había marcado una mejora de la producción, pero una caída de ventas y una acumulación de deudas en las industrias manufactureras. 

Justamente, el segundo problema que enfrentará el Gobierno se debe a la segunda fase de la crisis. Si la primera fue el freno abrupto de la oferta por las cuarentenas, esta segunda etapa estará signada por la desconfianza a consumir sin un horizonte claro de pospandemia, y como consecuencia de la caída de los ingresos y del empleo privado registrado (y el informal). "Hay un componente de consumo postergado por la pandemia que se puede incentivar", cree Kulfas.

En mayo, por caso, hubo 294.600 asalariados privados menos que hace un año según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Además, la crisis económica afectó con mayor fuerza a los independientes y a los trabajadores de casas particulares. El Ministerio de Trabajo señaló en su informe mensual que, si no rigiera la prohibición de despedir o la doble indemnización, la caída de trabajadores privados hubiera sido más grave. El salario en abril subió 42%, mientras que en mayo subió 37% interanual, por debajo de la inflación (43%).

"El dato del Indec mostró que la recuperación continuo en junio", afirmó a LA NACION Gabriel Zelpo, socio de la consultora Seido. "Es esperable que se siga observándose cierta recuperación a futuro a medida que la cuarentena va aflojando. Sin embargo, no está exenta de riesgos, entre ellos la tensión que se observa en el mercado cambiario que pueden abortar la recuperación económica si es que el Gobierno no logra calmar al dólar", estimó.

"Para comenzar una recuperación al salir de la cuarentena, y con el tema del canje de la deuda encaminado, es clave que la recaudación se recupere junto con la actividad económica privada. En este último sentido, difícilmente haya recuperación en 'V' y es esperable que haya que esperar varios meses para que se logre recomponer el nivel de actividad previo a la pandemia", estimaron los economistas del Iaraf Nadin Argañaraz y Bruno Panighel.