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 Clarín - Economía

Por qué Martín Guzmán quedó en la mira en el peor momento para controlar el dólar y la inflación. Cinco claves para entender la pelea

El ministro enfrenta desafíos frente a La Cámpora, el Banco Central y el FMI que serán clave de cara a las elecciones.Dólar blue hoy: a cuánto cotiza este domingo 02 de mayo

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Un debate abierto: Martín Guzmán y Cristina Kirchner por el rumbo de la economía.

Luego de la pelea con el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, el ministro de Economía, Martín Guzmán, quedó acorralado en dos ámbitos estratégicos de su labor: el gabinete económico y el FMI. En ambos se juegan el control de dos variables sensibles para ganar las elecciones: dólar e inflación.

La orden que bajó de la Jefatura de Gabinete al ministro fue elocuente: silbar bajito en las próximas horas, al mejor estilo Nicolás Trotta. En abril el dólar blue subió 7%, más que la inflación (se espera alrededor de 3,5%), y si bien el jueves descendió, las presiones continuarán hasta octubre.

El ministro de Economía, con su pedido de renuncia al subsecretario a través de los medios el viernes, abrió un frente y un camino inesperado.

La conversación sobre el futuro de lo subsidios no dejaba de ser un intercambio académico de miradas sobre la política tarifaria y subsidios. De manera abrupta, Guzmán movió el eje de la conversación a un terreno no habitual para él. Desplazó del ring la cuestión técnica y el diálogo por mensajes a través de los medios y acusaciones sin disimulo. “Es una declaración de guerra”, respondió un economista del Patria el viernes por la tarde. Hay enojo aún hoy.

Con esta carga a cuestas, ahora Guzmán deberá resolver tres frentes en materia económica que de todos modos ya arrastraba. En cada uno de ellos enfrentará un actor de peso y el riesgo de que el desgaste al que sometió su figura condicione su labor. La percepción de cada interlocutor podría ser ¿Cómo seguirá Guzmán? Estamos hablando de La Cámpora (Cristina Kirchner), Miguel Pesce y Kristalina Georgieva.

Con todos ellos el ministro deberá sentarse a conversar y calibrar números decisivos para el futuro del dólar y la inflación. Las claves en cada tema son:

Subsidios (Cristina Kirchner)

Guzmán anotó lo siguiente: hasta marzo los subsidios ($ 185.925 millones) aumentaron 70,8% versus el mismo período del año anterior. Las prestaciones sociales ($ 1.027.716 millones) sólo 32,4%.

Para el ministro esto no es sostenible. Para Kirchner no es sostenible subir tarifas. Según trabajos privados, los subsidios favorecen al 30% de la población que concentra el 60% del ingreso de la economía.

El ministro comenta que el congelamiento energético no sólo impacta en las cuentas fiscales y que si el déficit aumenta más de lo esperado, deberá recurrir a más emisión monetaria. También advierte que la capacidad de producción del sector de cara a 2022 está en el límite y utiliza el término “restricción” para referirse a que si la industria no produce más habrá un cuello de botella el año que viene que obligará al país a importar más combustible. Y las reservas estarán comprometidas para pagar la deuda, no el gas. En una reunión hace unas semanas, el Presidente y el ministro acordaron que Basualdo no seguiría. Ese plan ahora se ve interrumpido. Continuará.

Emisión monetaria (Miguel Pesce)

El principal factor de la emisión monetaria, comentan en Economía, ya no es el financiamiento del déficit del Tesoro. El combustible que más se echa al fuego es el pago de intereses Leliq y pases a los bancos por parte del BCRA. Aumentó 67% en un año.

Esos pesos hoy están en poder de las entidades financieras pero si el dólar se sigue atrasando y la incertidumbre macroeconómica aumenta, la presión sobre el dólar aumentará como sucedió en octubre del año pasado. De ahí que para Guzmán no es momento de deslizar el tipo de cambio porque cualquier volatilidad cambiaria podría agitar ‘la calma’ de esos pesos que andan dando vuelta en la economía.

Una tensión extra podría haber entre Guzmán y Pesce: ambos competirán por esos mismos pesos como en la época de Toto Caputo y Federico Sturzenegger. Guzmán los querrá para financiar el déficit a través de sus licitaciones y Pesce para absorber la base.

FMI (Kristalina Georgieva)

El organismo reclama, como en toda negociación, un interlocutor único. El problema es que en Washington notaron (no ahora con este episodio, sino ya antes) que Guzmán si bien es la persona que Fernández designó como ministro no es quien tiene la última palabra. Y esta semana ha quedado demostrado.

Fue lo que dijo días atrás Alejandro Werner, el director del Departamento de Hemisferio Occidental, que anunció esta semana su ida del Fondo. “Parece que hay diferencias significativas de opinión dentro de la alianza política del presidente Fernández sobre la dirección que deben tomar, tanto en lo que respecta a la política como a las negociaciones con el Fondo”.

Guzmán y Sergio Chodos se enojaron con Werner y transmitieron su queja. Pero en el FMI creen que Werner tiene razón. No es el único miembro del staff que lo dice en privado.

Cinco claves para entender la pelea Martín Guzmán-Federico Basualdo

El conflicto Martín Guzmán Federico Basualdo es relevante en términos económicos y políticos. De la discusión entre el ministro que busca un aumento de las tarifas de luz de 15%, y el subsecretario 9%, se desprenden al menos cinco debates relevantes en distintas áreas que pueden organizarse del siguiente modo:

El impacto microeconómico
La discusión entre el ministro y el subsecretario es relevante para el bolsillo de los consumidores y los planes de inversión (y producción) de las empresas.

En el primero punto, Guzmán impulsa lo que se llama segmentación de las tarifas.

¿Qué es la segmentación de las tarifas?

Identificar la capacidad de pago de los usuarios y cobrar una tarifa en consecuencia de sus ingresos. Los usuarios de menor capacidad de pago enfrentarán tarifas menores. Pueden definirse distintos esquemas, por ejemplo, uno que "premie" consumos bajos y penalice altos u otro que dicte aumentos horizontales de tarifas que tendrán más peso en los hogares que dedican mayor proporción de su ingreso al pago de servicios energéticos.

El Gobierno impuso un esquema de tarifa social que alcanza a aquellos titulares de planes sociales, quienes cobran seguro de desempleo, monotributistas sociales y cuyos destinatarios son identificados mediante datos del ANSES y les permite recibir descuentos escalonados en los consumos de energía.

Por su parte, para las empresas, la discusión de cobrar su servicio (distribuidoras) es relevante para proyectar su cash flow y definir qué inversiones llevar a cabo. El congelamiento de tarifas lleva ya dos años años. En el último año la carne y la ropa aumentaron más de 70%. 

Según Alejandro Einstoss, economista de la UBA y del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, los subsidios favorecen al 30% de la población que concentra el 60% del ingreso de la economía. “El Instituto Patria tiene un punto: si se aplicaran aumentos de tarifas para cumplir la meta de Guzmán las boletas llegarían a los domicilios para fines de julio, en vísperas de las elecciones”, precisó Einstoss a Clarín días atrás.

El impacto macroeconómico
El efecto sobre la inflación y las cuentas fiscales de aumentar las tarifas de luz 9% o 15% según economistas consultados sería marginal para este año, la diferencia son décimas del PBI.

Para Guzmán hay otro efecto más inmediato: cree que la economía no sostendrá su recuperación en 2022 si la industria tiene que volver a importar combustible. A la Argentina le faltan dólares y las divisas que genere en los próximos años deberán ser para pagar la deuda.

El impacto fiscal de la discusión sobre los subsidios implica una discusión de más mediano plazo: si el congelamiento de tarifas se sostiene el Tesoro acumulará una deuda significativa. Un tercio del aumento del gasto público entre 2005 y 2015 fue el rubro subsidios.

Guzmán presupuestó gastos en subsidios por $ 627.000 millones (1,7% del PBI), la mayor parte van a la luz. Pero los subsidios vienen creciendo a un ritmo mayor al esperado (en el primer trimestre subieron 70%) y faltan gastos que imputar en ese monto como el Plan Gas, los subsidios de Cammesa y el aumento por el costo de importación.

Guzmán tiene como meta de déficit fiscal de 4,5% del PBI. Su plan es financiar dos terceras partes de este mediante emisión monetaria y el resto pidiendo prestado en el mercado doméstico. Si el rojo fiscal aumenta de la mano de los subsidios significará más emisión o más deuda.

El incremento de este rubro del gasto significa el 15% del aumento del gasto total. 

El impacto para negociar y evitar el default con Club de París y el FMI
La discusión sobre los subsidios con el FMI viene de hace años. Incluso en la época de Roberto Lavagna. Por motivos microeconómicos y macroeconómicos el staff del Fondo plantea repensar el esquema de subsidios y ordenarlos dentro de una trayectoria a la baja y sostenida en el tiempo.

Pero además, el conflicto entre el ministro y su subsecretario desdibuja la figura de Guzmán ante el staff del FMI. En el organismo desde hace meses ven con preocupación que el ministro no es la persona que tiene la última palabra y miran cada vez más de cerca a Axel Kicillof. Ven cómo el gobernador y economista gana peso en decisiones y tiene apoyo de Cristina Kirchner.

Hace unas semanas Alejandro Werner, director del FMI, hizo referencia a las diferencias de visiones dentro del Gobierno.

El país tiene que pagar al Club de París US$ 2.188 millones en mayo. Tiene límite hasta julio de pedir un refinanciamiento. Luego enfrenta vencimientos en septiembre y diciembre (US$ 1.868 millones cada mes) con el FMI. Todo indica que los hará con los DEG que recibirá del FMI. Pero luego vendrán vencimientos en enero y en marzo: US$ 738 millones y US$ 2.901 millones respectivamente. El Gobierno pretende que el FMI refinancie esos pagos. Para ello hará falta un acuerdo.

La discusión Guzmán vs. Kicillof
Guzmán y Kicillof se conocieron en la Asamblea Anual del FMI en 2015. Compartieron una reunión junto a Joseph Stiglitz (el gobernador era ministro de Economía y Guzmán trabajaba con Stiglitz).

Ambos tienen mirada diferentes no sólo sobre la economía sino sobre qué fallo en el kirchnerismo. Para Guzmán incentivar la demanda de manera permanente sin generar los incentivos para que la oferta acompañe ese crecimiento, es un camino de ida que, tarde o temprano, generará tensiones inflacionarias. Kicillof no sólo no cree en esa teoría sino que además no simpatiza con críticas a su gestión o al kirchnerismo. Para el gobernador la inflación es culpa una pelea entre empresarios y trabajadores en la que los primeros tienen las de ganar.

Guzmán y Kicillof provienen de la academia. Jamás trabajaron en el sector privado. Guzmán se especializó en el estudio de reestructuraciones de deudas soberanas. Kicillof en la historia del pensamiento económico bajo una óptica marxista. Los trabajos de Federico Basualdo (y su padre Eduardo) sobre los balance de las empresas energéticas, se inscriben dentro de esa tradición que tejió Kicillof: describir y entender más la conformación de un patrimonio (como una suerte de acumulación originaria) que el funcionamiento de la economía.

Guzmán está a favor de aplicar la menor cantidad de restricciones a la economía de cara a la pandemia, cuidar la emisión de dinero y firmar un acuerdo con el FMI cuanto antes. Kicillof alienta cerrar las actividades lo máximo posible, aumentar la emisión y demorar el entendimiento con el FMI. Kicillof aspira a ser Presidente en 2023. 

El impacto político
En la Casa Rosada sostienen que Martín Guzmán seguirá en su cargo. Y que Federico Basualdo se irá, pero no ahora.

En el kirchnerismo aseguran que no. Que el subsecretario de Energía Eléctrica continuará en su cargo. Kicillof defendió a Basualdo. f

Guzmán le pidió la renuncia a Basualdo el viernes pasado. A los pocos minutos se supo que el funcionario no se iba sino que el kirchnerismo apoyaba a Basualdo. Y que el aumento de las tarifas no iba a ser el 15% que pretendía Guzmán (inicialmente pretendía 40% de alza). En el Boletín Oficial se publicó que el incremento sería por única vez por 9%.

"La incapacidad de Alberto Fernández para destituir a un subsecretario abre una crisis política en Argentina", tituló el diario El País.