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 Clarín - Economía

Alberto Fernández dijo que no se puede pagar al Fondo y para economistas provoca más incertidumbre. La economía, ajustada como nunca por la política

El presidente se alineó al discurso de Cristina Kirchner y aseguró que el país no puede cancelar su deuda con el FMI. Cuál será su impacto en las negociaciones y en las variables financieras.

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Alberto Fernández le dio la razón a Cristina: "¿qué posibilidad tenemos nosotros de pagarle US$ 18.000 millones al Fondo el año que viene? Ninguna", dijo.

Tuvieron que pasar sólo cuatro días para que los discursos de Alberto Fernández y Cristina Kircher se unifiquen en una sóla postura: Argentina no tiene con qué pagarle al Fondo Monetario Internacional ni este año, ni el próximo. "Tiene razón Cristina, ¿qué posibilidad tenemos nosotros de pagarle US$ 18.000 millones  al Fondo el año que viene? Ninguna", afirmó el mandatario este domingo. Sus palabras llegan luego del viaje del ministro de Economía Martín Guzmán a Estados Unidos, para acercar posiciones con los representantes del Fondo Monetario.

Si bien el Gobierno consiguió la semana pasada la confirmación de que el organismo le enviará antes de septiembre unos US$ 4.300 millones en concepto de derechos especiales de giro (DEG) y con eso se puede hacer frente a los vencimientos previstos para 2021 con el FMI, la postura de la dupla presidencial parece tensar las posiciones frente a futuras negociaciones. La expectativa es que esta incertidumbre genere más presión a la baja en los bonos y una posible nueva suba del riesgo país,

"Estos dichos reflejan que el Gobierno no tiene apuro con el tema del FMI y considera que un eventual acuerdo este año no les conviene por razones de imagen política", afirmó el economista de IERAL, Jorge Vasconcelos. "Con los datos del sector externo, la novedad de la emisión de los DEG, tienen más o menos cerrados los números de necesidades y fondos externos hasta octubre, mes de las elecciones", dijo.

Aunque estas declaraciones no modifiquen los avances hechos por Guzmán con los acreedores, sí pueden alcanzar para tener su impacto en las variables financieras, sobre todo en el precio de los bonos. El miércoles pasado, luego del discurso de Cristina Kichner en el acto del Día de la Memoria, donde dijo que "es imposible" pagar la deuda con el FMI, los bonos en dólares que entraron en el último canje de septiembre se hundieron más de 4% y el riesgo país saltó por encima de las 1600 unidades. 

"Esto complica a la economía porque impiden que baje el riesgo pais. La deuda externa con acreedores privados equivale a solo el 25% del PBI. Y los precios de los bonos reflejan expectativa de default para el 2024,", señaló Vasconcelos a la vez que agregó: "Al no estar clara la política con el FMI, no se le otorga a la Argentina el "beneficio de la duda" respecto que habrá de poder hacer el  refinanciamiento a partir de los vencimientos con privados que se han postergado varios años después del acuerdo de la deuda".

Vasconcelos explicó: "Tanto riesgo con tan poca deuda con privados no refleja solo la incertidumbre por la deriva de la negociación con el FMI: también el temor a que la Argentina pueda tener otra década de estanflación, como la de 2011/21.Si el PIB no crece, cualquier deuda, por mínima que sea, termina siendo impagable", aseguró.

Por su parte, la economista de Abeceb Soledad Perez Duhalde afirmó que si bien los dichos del Presidente "eran esperables" van a impactar negativamente en el precio de los títulos públicos, lo que aleja aún más la posibilidad de que Argentina vuelva a conseguir financiamiento en los mercados. "Más allá de la decisión política que hay por atrás, la estrategia de tensar posiciones y patear un acuerdo no es sustentable. Hay que ver cuál es la lectura que hacen los mercados"

Ricardo Delgado, de Analytica, coincidió: "El argumento de Cristina Kirchner y ahora de Alberto Fernández desde el punto de vista racional es cierto: no existen los dólares en la economía argentina necesarios para poder pagar los vencimientos de US$ 18.000 millones previstos para 2022. Más allá del hecho de que los países que generan confianza no pagan las deudas con sus acreedores internacionales, sino más bien que consiguen refinanciarlas, lo cierto es que el sector privado argentino no tiene la capacidad de generar todos los dólares que se necesitan para hacerlo", dijo.

Sin embargo el economista afirmó: "Esta estrategia que está adoptando el Gobierno, de "policía bueno - policía malo", puede resultar en términos políticos, pero es peligrosa en términos de expectativas. Veremos en las próximas semanas cuál es su impacto en el mercado de cambios y en el de deuda. Abril es un mes donde la demanda de pesos baja y pueden verse algunas tensiones en el mercado cambiario". 

La economía, ajustada como nunca por la política

Hasta hace unas horas, la tarea de Martín Guzmán al frente de Economía era ponderable, por decirlo de alguna manera. Redujo la emisión monetaria y la asistencia del Banco Central al tiempo que buscó financiar el déficit con endeudamiento. La recaudación subió por impuestos patrimoniales y por retenciones y derechos al comercio exterior, pero en medio de la recesión es algo. Redujo el gasto, poco, recortando los IFE y ATP. Controló los dólares bursátiles con una mezcla de palo y zanahoria, vendiendo bonos en dólares "baratos" e imponiendo un súper cepo incluso a las importaciones necesarias para la producción. Las reservas de libre disponibilidad, las que realmente importan, subieron un poco, apenas lo necesario como para ir pagando algunos compromisos financieros, tanto del gobierno como de empresas.

Los precios, claro, le siguen pegando sustos al ministro y sus números preocupan en función de la inflación prevista para el año y alejan cada día más la convergencia hacia el dólar de 102,5 pesos anunciado por Guzmán para fin de año. En tanto que el nivel de actividad muestra una tenue mejora, sin reflejos, al menos por ahora, en el nivel de empleo que se mantiene planchado y prendiendo una vela para que mejore la cantidad y calidad de la vacunación y no haya nuevas medidas en términos de cuarentenas o medidas similares. La esperanza estaba en que a partir de abril, por un espejismo estadístico, la economía comenzara a pintarse de verde. En síntesis: una situación mediocre, pero manejable.

El trabajo del Ministro, más allá de los detalles, tenía una llave maestra: el acuerdo con el Fondo, poselectoral y consensuado, para refinanciar la deuda con el organismo y despejar el horizonte de vencimientos por algunos años. 

Sin embargo, en pocos minutos todo cambió. Mientras Martín Guzmán se pelaba los codos negociando con Kristalina Georgieva, la jefa del FMI, esa postergación, la vicepresidenta, y dueña del mayor caudal electoral del trío gobernante, decía que esa deuda era impagable (algo que todos sabían y no decían por pudor) y le pedía al organismo más plazo --20 años como mínimo y tasa más baja-- para cancelar los US$44.000 millones adeudados. De paso, le pidió "un gestito" al gobierno de los Estados Unidos, el mayor accionista del FMI, para apoyar la gestión de no se sabe quién, ya que Guzmán busca un acuerdo global, no una extensión de los plazos y baja de tasas. Para diferenciar más "la pelusa del durazno" (sonó realmente más viejo que "hacerse los rulos", ¿recuerdan?), habló de la Federación Rusa, China y el bimonetarismo sui generis de la Argentina.

Era para la tribuna en un acto político de Cristina Kirchner, pero se escuchó en otros lugares. Tan fuerte sonó que el vocero del FMI, en rueda de prensa oficial, indicó que las condiciones del organismo son iguales para todos sus miembros y descartó un plazo de 20 años u otros privilegios para el país. También se escuchó en "el mercado" y cayeron los bonos y subió el riesgo pais. Luego se calmó un poco efecto, pero hubo ruido cuando se necesitaba silencio. El mismo sonido del default del default de la deuda bonaerense y la oferta que realizó el gobernador Axel Kicillof, en condiciones menos convenientes para los acreedores que la realizada por el gobierno nacional. O sea, por Alberto Fernández y Martín Guzmán.   

La política se metió en la economía en un momento delicado. La Argentina debe pagar este unos US$10.000 millones a diversos organismos financieros. La deuda más urgente son US$2.400 millones al Club de París (prácticamente los mismos accionistas mayoritarios del FMI) que vencen en mayo, y que Guzmán busca, también, renegociar en estos días. Por eso la prolijidad del comunicado conjunto FMI-Economía sobre los avances en un plan conjunto y generalidades por el estilo. ​

Sin embargo, no todo está perdido. Un experimentado financista local respondía a las consultas que llegaban desde el exterior: "No se confundan, los Kirchner siempre fueron excelentes pagadores, hacen ruido, pero siempre pagan". Ejemplos sobran, pero mejor hacer un manto de silencio.​