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 La Nación - Economía

FMI. Alberto Fernández confirmó que el Gobierno no tiene apuro por cerrar el nuevo acuerdo

WASHINGTON.- El discurso del presidente Alberto Fernández en el Congreso terminó por confirmar una postura respecto de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el Gobierno ya dejaba trascender por lo bajo: no hay apuro alguno por cerrar el nuevo acuerdo, que muchos analistas en Estados Unidos que siguen de cerca al país creen que se cerrará en la segunda mitad de este año, o incluso recién después de las elecciones legislativas.

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Crédito: Presidencia

WASHINGTON.- El discurso del presidente Alberto Fernández en el Congreso terminó por confirmar una postura respecto de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el Gobierno ya dejaba trascender por lo bajo: no hay apuro alguno por cerrar el nuevo acuerdo, que muchos analistas en Estados Unidos que siguen de cerca al país creen que se cerrará en la segunda mitad de este año, o incluso recién después de las elecciones legislativas.

"No queremos apresurarnos. Apuro por acordar tienen los pícaros de siempre", dijo Fernández al inaugurar un nuevo período de sesiones ante la asamblea legislativa del Congreso. "Nuestro Gobierno el único apuro que tiene es el de poner de pie a la producción y el trabajo para poder mejorar la situación de millones de familias argentinas que han quedado sumidas en el pozo de la pobreza", definió el mandatario.

Fernández y los principales funcionarios de su administración involucrados en la negociación con el Fondo -Martín Guzmán, Cecilia Todesca y Sergio Chodos, representante argentino ante el FMI- ya habían dicho que la prioridad de la negociación es llegar al mejor acuerdo posible para la Argentina, antes que tener listo un programa en una fecha concreta. Guzmán había indicado que "sería deseable" tener el plan listo para mayo, pero el propio Fondo se ocupó de desinflar las expectativas con ese plazo, al indicar que era "ambicioso". Fernández ahora terminó de ungir una negociación sin tiempos ante el parlamento.

El Presidente sugirió además que esperará la autopsia que prepara el Fondo sobre el préstamo que otorgó al gobierno de Mauricio Macri para sumar sus conclusiones a las discusiones con el staff y la directora gerente, Kristalina Georgieva. El informe sobre el acuerdo stand-by que obtuvo la Argentina forma parte de una práctica habitual que sigue el Fondo para los préstamos de "acceso excepcional" como el que obtuvo el gobierno de Juntos por el Cambio. Fernández cree que ese crédito fue "singular" -utilizó esa palabra en su discurso- y tuvo una clara finalidad política, y ya anticipó que presentará una querella penal ante la Justicia contra Macri y el equipo económico de su gobierno por el endeudamiento.

A eso se suma un contexto propicio para alargar las discusiones. El Fondo y el Gobierno aspiran a enhebrar un acuerdo que incluya una agenda de reformas estructurales y tenga un amplio consenso político que lo inmunice contra otro fracaso, una meta muy difícil de lograr en un año electoral en el cual los planetas parecen alinearse para una negociación larga: el Frente de Todos aún intenta consensuar un plan económico ya de por sí complejo, y la Casa Rosada contará con un mayor margen para estirar los tiempos y dilatar el ajuste gracias al viento de cola que aporta la soja, la recuperación de la economía, y una eventual inyección de reservas que, se prevé, llegará sin condiciones desde el propio FMI debido a la pandemia del coronavirus.

El Gobierno ya ventiló la posibilidad de usar esos fondospara afrontar al menos una parte de los vencimientos que tiene este año con el organismo, una movida que le permitiría demorar el nuevo acuerdo. Y en el Fondo creen además que una mayor paciencia puede llegar a redundar en un mejor programa para la Argentina.

Fernández también tocó en su discurso uno de los puntos de divergencia en la negociación: la velocidad del ajuste fiscal. El mandatario descartó la posibilidad de hacer "un ajuste recesivo", una visión que comparten en el Ministerio de Economía que conduce Martín Guzmán. El Gobierno aspira a cerrar la brecha fiscal apostando al crecimiento y la consolidación de las cuentas a partir de un aumento de los ingresos por encima de los gastos, sin reducir las erogaciones en términos reales.