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 Clarín - Economía

El Gobierno pretende un "diseño argentino" para el acuerdo con el FMI

Aseguran que no se presentará ningún gran programa económico, como esperan los analistas.

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La titular del FMI, Kristalina Georgieva, se reunió con Martín Guzmán en Arabia Saudita, a fines de lmes pasado. Foto: Ministerio Hacienda

“No sabemos el nombre del bicho, pero lo que discutimos es que el modelo, el diseño sea argentino”. El “bicho” y su diseño no es otro que el resultado de las negociaciones entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Gobierno por el préstamo más grande de la historia del organismo multilateral.

La metáfora es de un importante funcionario del Gobierno, que sigue de cerca las conversaciones con los dos enviados de la misión del Fondo, que llegaron a esta capital el lunes y permanecerán hasta el viernes. Obedece a la misma lógica de una máxima que el Alberto Fernández repite por estas horas. “Quienes más saben sobre la economía argentina son los argentinos”, insiste el Presidente.

En el Gobierno, entonces, confían en que la solución tenga un formato local. Ya nadie habla de replicar las experiencias de Uruguay o Portugal, como el propio mandatario deslizó en la campaña.

En la Casa Rosada y en Washington todavía está muy fresco el recuerdo de los dos acuerdos de la administración de Mauricio Macri con el organismo. Las limitaciones para intervenir en el mercado cambiario, por ejemplo, no resultaron.

En el Ejecutivo aseguran que el Fondo aprendió la lección y que necesita que el caso argentino llegue a buen puerto; algo parecido sostenía el Gobierno de Cambiemos respecto a las experiencias recientes del organismo de crédito en otros países y en la región en décadas anteriores. En cualquier caso, nadie ignora que el FMI necesita recuperar buena parte de los fondos que le prestó a la Argentina.

En el Gobierno están gratamente sorprendidos por la comunicación permanente con los técnicos del FMI. Algunos funcionarios macristas, en cambio, se quejaban de la lentitud burocrática del organismo. 

Según los funcionarios argentinos hay acuerdo con el jefe de la misión del FMI para la Argentina, Luis Cubeddu; y la subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, Julie Kozack; sobre la imposibilidad de eliminar el déficit fiscal en lo inmediato. “Sin dudas habrá una discusión sobre cuándo se llegará a la convergencia, si en 2 años, en 3 o en 3 y medio, pero es normal”, sostuvieron.

La misma discusión podría darse también respecto del diferimiento de los vencimientos de deuda que tiene el país con el FMI -el Presidente pretendía una gracia de tres años para empezar a pagar- o de una hipotética quita de capital.

"La capacidad del FMI para reestructurar su deuda, para posponer reembolsos o recompras está limitada por nuestros marcos de políticas. No se trata solo de Argentina”, señaló semanas atrás el vocero del organismo,  Gerry Rice, luego de que la vicepresidenta Cristina Kirchner advirtiera en Cuba que el préstamo a la administración de Macri había violado los estatutos  del Fondo.

En el Gobierno insisten en que este escenario no hay más margen para un ajuste fiscal. Tampoco en el área de jubilaciones, un detalle que le transmitieron a los técnicos del organismo. “Los jubilados que cobran la mínima reciben US$ 220 y los funcionarios de carrera y mayor grado en la administración pública no superan los US$ 900”, ejemplifican.

La titular del FMI Kristalina Georgieva representa una de las mayores esperanzas del Gobierno para llegar a un acuerdo con los acreedores. “Comprende perfectamente la situación dramática en la que estamos”, sostienen.

Algunos de los economistas que más escucha el Presidente apuestan a reactivar el mercado interno. Consideran que los aumentos de las jubilaciones mínimas y las sumas fijas alentaron el consumo. No temen que las medidas anticíclicas conspiren contra la baja de la inflación. Admiten que es un escenario complejo, porque al mismo tiempo que se renegocia la deuda buscan reactivar el mercado interno. “Son dos escenarios que normalmente están separados”, sostienen.

Por otro lado, destacan que sería más sencillo si los ministerios que manejan la obra pública no estuvieran paralizados. “No tiene que ver con la negociación; sino con los expedientes que quedaron pendientes, innumerables redeterminaciones de precios y con volver a activar una maquinaria paralizada. Ojalá tuviéramos un cañón de plata para inyectarla en el mercado, pero no lo tenemos”, señalan.

Cerca del Presidente insisten en que no se presentará un gran programa económico, como reclaman empresarios y analistas, ni siquiera luego de una negociación exitosa con el FMI. “La gente no quiere ver powerpoints, que están muy lejos suyo y de sus bolsillos”, sentencian.