Guido Sandleris, Hernán Lacunza y Alejandro Werner, director del FMI.

Hernán Lacunza y Guido Sandleris se encontrarán mañana con David Lipton y Alejandro Werner en el histórico edificio de las Naciones Unidas para analizar la viabilidad política del Standby Agreement firmado entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) hace casi un año. Ese acuerdo significó un crédito de 57.000 mil millones de dólares que debía beneficiar a la economía nacional y estabilizar al mercado cambiario y financiero que estaba cargado de bonos con vencimientos en el cortísimo plazo. .

Nunca en su compleja historia de 70 años, el Fondo había girado esa suma multimillonaria a un país miembro del Board, y si eso sucedió fue por la intervención directa de Donald Trump. que consideraba a Mauricio Macri su aliado regional y apostaba por su posible reelección presidencial. Pero Macri perdió en las PASO contra Alberto Fernández y el plan de ajuste de Cambiemos estalló en mil pedazos. En este contexto, las relaciones entre el FMI y la Casa Rosada se enfriaron y el Standby Agreement ya tiene la consistencia de un papel mojado.

Lipton sucede a Christine Lagarde como director gerente del FMI, y Werner es el director para el Hemisferio Occidental del Fondo. Es decir; Lipton y Werner son el poder formal en el Fondo Monetario Internacional respecto a la Argentina en su rol de deudor institucional, y sus opiniones sólo reflejan la posición final del board de este organismo multilateral. Cuando Lipton y Werner explicitan una postura institucional, no se trata de un argumento burocrático-personal: están representando a Estados Unidos, Alemania, China, Japón y Brasil, entre otros estados miembros del FMI.

Durante la reunión que Lacunza y Sandleris compartirán con los representantes del FMI, se analizará desde una perspectiva política qué vigencia aun mantiene el Standby Agreement firmado en septiembre de 2018. El ministro de Hacienda y el presidente del Banco Central afirmarán que todo sigue en pie y que el FMI debe honrar sus compromisos contractuales e institucionales. Este argumento implica que el Fondo no tiene razones para congelar el desembolso de 5.400 millones que se esperaba en Buenos Aires para estos días de la primavera.

Lipton y Werner tienen otra mirada respecto a la viabilidad efectiva del Standby Agreement. Estos entrenados funcionarios del FMI consideran que el escenario político ha cambiado en la Argentina y que se debería esperar hasta el resultado de los comicios de octubre para evaluar si corresponde o no remitir los 5.400 millones de dólares que ya deberían estar depositados en las arcas del Banco Central. Lipton y Werner entienden que Mauricio Macri es el garante político del acuerdo institucional, y si no hay seguridades de su probable reelección presidencial, es mejor aguardar hasta que las presunciones electorales se transformen en una realidad a prueba de encuestas.

Entonces, Lipton y Werner informarán a Lacunza y Sandleris que no habrá desembolso de los 5.400 millones de dólares hasta que el Board del FMI se reúna y trate el caso argentino. Ese será el mensaje de la decisión informal asumida por los países más importantes del Fondo Monetario Internacional. El Board quiere tener certezas sobre la agenda política y electoral del país, y no girará un sólo dólar hasta saber si Macri obtuvo la reelección o si Fernández será su sucesor en la Casa Rosada.

Con el resultado electoral puesto, el board del FMI se reunirá en Washington para ajustar su propia hoja de ruta. Si gana Macri, exigirá una revisión del Standby Agreement. Y si Fernández es presidente electo, aguardará que aterrice en DC para negociar las nuevas reglas del juego. En cualquier caso, los 5.400 millones de dólares quedarán en suspenso hasta nuevo aviso.

Lacunza admitió en Wall Street que necesitará el apoyo de la oposición

Hernán Lacunza se reunió ayer con inversores de Wall Street para empezar a explorar cara a cara cuál es el interés por el plan oficial para reperfilar los vencimientos de la deuda, aliviar el frente fiscal de los próximos años y comenzar así a recuperar la deshilachada confianza de los mercados. En Nueva York, Lacunza buscó reforzar un mensaje que ya había brindado en Buenos Aires: el plan necesita el apoyo de la oposición para poder avanzar.

"No es un gobierno el que lo tiene que plantear, sino un país. Necesita el consenso del oficialismo y de la oposición. Vine a sondear o a ver cuál es la disposición del mercado a ese tipo de negociación", afirmó el jefe del Palacio de Hacienda luego de la reunión. "Hay un interés por escuchar propuestas de la Argentina", reforzó.

Lacunza estuvo acompañado por el secretario de Finanzas, Santiago Bausili, y por el secretario de Política Económica, Sebastián Katz. El encuentro se realizó en el consulado argentino, ubicado en la calle 57 en Manhattan. Tras esa reunión, Lacunza brindó una charla ante unas 90 personas de la comunidad argentina en la cual trazó una panorama amplio del recorrido histórico sobre el pasado de la Argentina y el rumbo que quiere imprimir el gobierno de Mauricio Macri.

A la par del encuentro que tuvieron Lacunza y su equipo, el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, se movió con agenda propia con inversores, aunque la autoridad monetaria optó por no brindar información ni detalles sobre esos encuentros, que suelen ocurrir bajo un estricto off the record.

En el Gobierno entienden que el interés por la operación de "reperfilamiento" anunciada a fines de agosto pasado dependerá en buena medida de cuál sea la propuesta final, pero, también, de cuál sea el respaldo político al plan, en particular por parte del Frente de Todos, dado el panorama político que trazaron las primarias presidenciales, que dejaron a Alberto Fernández como virtual presidente electo. En Estados Unidos, casi nadie espera por ahora que el presidente Mauricio Macri logre revertir el resultado de las PASO en las elecciones del 27 de octubre.

El equipo económico desplegó su agenda con inversores en Nueva York un día antes de la llegada de Macri, quien participará de la 74» sesión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Lacunza y Sandleris tuvieron los primeros contactos directos con inversores y analistas de Wall Street luego de la derrota que sufrió el oficialismo en las primarias presidenciales, a principios de agosto, que desató una nueva crisis de confianza en el rumbo del país y profundizó la recesión económica. Esto llevó al Gobierno a aplicar una batería de medidas para intentar contener un nuevo brote inflacionario y cortar la sangría de reservas del Banco Central.

Hoy, Lacunza y Sandleris tendrán la segunda parte de su agenda en Estados Unidos: la cumbre con los dos máximos funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la Argentina, el director gerente interino, David Lipton, y el director del Departamento del Hemisferio Occidental, Alejandro Werner.

El objetivo del encuentro será intentar encarrilar el programa argentino por US$57.000 millones, que quedó en el limbo en medio de la incertidumbre política que sobrevino a las elecciones. El Gobierno intenta encontrar un camino para destrabar un giro pendiente por US$5400 millones, que parece por el momento postergado a la espera de que las urnas marquen con claridad cuál será el rumbo económico del país.

Desde el Ministerio de Hacienda intentaron poner paños fríos a las expectativas por la seguidilla de reuniones en Nueva York, primero, y en Washington, después, al indicar que no esperaban "definiciones tajantes" respecto del envío de esos fondos.

Luego de su encuentro con Lipton en Nueva York, Lacunza mantendrá otra reunión con Werner y el jefe de misión para la Argentina del FMI, Roberto Cardarelli, ya en Washington. Además, tendrá agenda en el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).